En su avidez carnívora atrapa lo que encuentra en su camino, pero tiene preferencia por los guanacos. A estos los atrae con astucia infalible: se echa al suelo patas arriba, agitándolas. Los que se acercan confiadamente y caen en sus garras son destrozados con zarpazos certeros. Eso confirma que “la prudencia suele faltar cuando más se la necesita.” Sentencia dicha por Siro (85 a. C -43 a. C) escritor romano.
Ante tal alboroto, el resto huye despavorido, sin asimilar la lección. Una vez más la curiosidad ignorante, empujada por la irreflexión arriesgada, sucumbe ante el acecho de una maldad asesina.